Poda tardía para retrasar la fenología

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El ajuste de la técnica de cultivo puede ser para satisfacer las demandas del consumidor -vinos con menor graduación alcohólica- y también para paliar las emergencias derivadas del efecto del calentamiento global. Algunas técnicas innovadoras, que se basan en el retraso en la realización de intervenciones en verde tradicionales, son útiles para retrasar, y por tanto regularizar una maduración excesivamente acelerada y/o desequilibrada.

A continuación se enumeran tres hipótesis operativas.

  • Varios estudios han comprobado que posponer el período de la poda de invierno puede ralentizar el curso de la maduración de la uva. Las técnicas propuestas implican una poda invernal retrasada de 1-3 meses después de la fecha habitual de aplicación, llegando a operar en las fases vegetativas tras la brotación de la temporada siguiente. La poda posterior permite adelantar todo el ciclo vegetativo-productivo en el tiempo, con resultados más evidentes en los sistemas de poda corta (cordoncillo) que en los sistemas de poda larga (Guyot). De esta forma, es posible obtener reducciones considerables de la concentración de azúcares, menor degradación de los ácidos orgánicos y valores de pH óptimos del mosto, sin influencias negativas sobre el contenido de antocianos y otros polifenoles. Una aplicación razonable parece ser la de los sistemas de cultivo de poda corta, que consiste en una prepoda mecanizada realizada a mediados de invierno a una altura de 8-10 yemas, seguida de un acabado primaveral para seleccionar y acortar los brotes. Debido a la limitación de recursos inducida por la poda tardía, el desarrollo de la inflorescencia ya inducido durante el verano del año anterior puede perder parcialmente su capacidad para dar flores funcionales. Por tanto, considerando la ralentización de la maduración tecnológica obtenida, esta técnica es apta para aquellas situaciones en las que se requiera contener la productividad y ralentizar la maduración tecnológica de la uva.

Deben realizarse más estudios para aclarar la repetibilidad y consistencia de los efectos en las distintas variedades de uvas, en el entorno de cultivo y en el momento de la poda, para encontrar el compromiso adecuado entre la limitación de producción deseada y el retraso en el proceso de maduración [ 1] [2] [3] [4].

  • La técnica de cobertura normalmente requiere no intervenir después del envero para evitar la competencia con el desarrollo del racimo durante el proceso de maduración. La técnica variante implica una cobertura tardía realizada mucho después del envero. A partir de ensayos realizados en diferentes cepas se observa una reducción significativa de la acumulación de azúcares en el mosto sin alterar el pH y el contenido de ácidos orgánicos, antocianinas y taninos tanto en las pepitas como en los hollejos, posponiendo así el momento óptimo de cosecha [5].
  • También existe la posibilidad de actuar con técnicas basadas en la inducción de estrés fotosintético calibrado. A partir del envero, las hojas más importantes para la maduración de la uva son las que se encuentran en la parte media y apical del brote. Por tanto, si el propósito es ralentizar la maduración de la uva, una posibilidad puede ser inducir estrés fotosintético, realizando una defoliación mecánica bastante tardía, en el post-envero, concentrada en la parte superior de la cepa. Con la eliminación de aproximadamente 1/3 de la superficie foliar, se obtiene una reducción más que proporcional de la relación superficie foliar/uva, que puede lograr una reducción de azúcares en el mosto de uva de al menos un grado Brix, sin penalizar los demás parámetros de composición tanto de la uva como del vino [6] [7].

 

 

Por Stefano Pedò, Fondazione Edmund Mach (I)

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