Desarrollo de herramientas de seguimiento del estrés hídrico de la vid

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La gestión del estrés hídrico de la vid es fundamental para producir uvas capaces de elaborar "vinos de calidad". Dependiendo del tipo de vino que se busque (color, grado de acidez del alcohol y perfil aromático, rendimiento...) la vid debe seguir una trayectoria hídrica durante el ciclo de producción, con periodos en los que su confort hídrico debe ser máximo y otros en los que se buscará un estrés hídrico más o menos pronunciado. Dirigir esta trayectoria es estratégico, especialmente cuando se utiliza el riego. Para ello es necesario poder seguir el estado hídrico de la vid y de la parcela.

¿Qué herramientas innovadoras se han desarrollado hoy en día para garantizar este seguimiento? Mencionemos tres:

Tecnologías de imágenes térmicas por infrarrojos

Esta técnica se basa en el hecho de que el flujo de transpiración provoca una disminución de la temperatura superficial de la hoja. Cuando los estomas se cierran, la disminución de la fracción de energía disipada por la evaporación provoca un aumento de esta temperatura. Esta propiedad se ha utilizado durante mucho tiempo para estimar el grado de apertura de los estomas en las cubiertas. Sin embargo, los primeros intentos de utilizar esta técnica con sensores IRT puntuales en uvas se han topado con el problema de la variabilidad espacial y temporal de estas temperaturas.

El reciente acceso a las imágenes IRT ha abierto nuevas perspectivas para el desarrollo de herramientas de aprehensión del estado hídrico de la vid y el control del riego. Las imágenes térmicas de alta resolución obtenidas permiten aumentar considerablemente la superficie foliar muestreada e integrar las superficies de referencia húmedas y secas, lo que permite calcular diversos índices (Crop Water Stress Index, CWSI). El análisis incluye una etapa de procesamiento de la imagen en la que sólo se seleccionan las superficies foliares iluminadas y se retienen en el análisis. Varios estudios muestran que los índices calculados están fuertemente correlacionados con la conductancia media de la cubierta medida por porometría.

  El sensor de flujo de savia

Los sensores de flujo de savia permiten medir directamente la transpiración de un tallo o de una planta entera sin perturbar el entorno de la hoja. Aunque las variaciones de la transpiración están determinadas principalmente por los cambios en la apertura estomática, la transpiración también está influenciada por el entorno climático. En consecuencia, las variaciones del flujo de savia pueden no estar relacionadas con las variaciones de la apertura estomática. Generalmente, los datos de transpiración se utilizan para calcular un coeficiente de estrés que incluye la evapotranspiración calculada a partir de los datos meteorológicos y un coeficiente de cultivo que tiene en cuenta las características de la cubierta vegetal y, en particular, su eficacia de interceptación de la radiación.

Existen diferentes métodos para medir el flujo de savia, pero todos se basan en principios térmicos. Un elemento calefactor aporta energía al sistema y las pérdidas de calor se miden mediante termopares. Los principales métodos utilizados en el viñedo son el método de balance térmico, el llamado método de disipación de calor "Granier" y los métodos de pulso térmico.

Hoy en día, existen varios sistemas de medición en el mercado, algunos de los cuales integran sistemas de adquisición y transmisión de datos inalámbricos (Dynamax, ICT International, Advanced Measurements and Controls Inc., Tranzflo NZ Ltd, EKOMATIK, UP -GmbH). Además de las aplicaciones de investigación, estos sensores también se utilizan en los viñedos comerciales (Fruition Sciences).

   La cámara de presión foliar

 El potencial hídrico es uno de los parámetros más utilizados para medir el estado hídrico de la vid. Esta medida se impuso con el desarrollo de la cámara de presión de la que se comercializan diferentes modelos. Este equipo permite acceder, según el modo de medición, al potencial hídrico en diferentes puntos del sistema suelo-planta-atmósfera. En particular, se utilizan habitualmente tres indicadores: el potencial foliar al mediodía, el potencial del tallo y el potencial foliar de base. El riego se activa en función de la superación de los valores umbral específicos de cada indicador y en función de los objetivos de producción

 


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